Esopo: Fábulas de la Zorra

La zorra es el animal que representa la astucia en las fábulas, sin embargo no siempre son bien paradas en las historias que nos cuenta Esopo.

La zorra a la que se le llenó su vientre.

Una zorra hambrienta encontró en el tronco de una encina unos pedazos de carne y de pan que unos pastores habían dejado escondidos en una cavidad. Y entrando en dicha cavidad, se los comió todos.

Pero tanto comió y se le agrandó tanto el vientre que no pudo salir. Empezó a gemir y a lamentarse del problema en que había caído.

Por casualidad pasó por allí otra zorra, y oyendo sus quejidos se le acercó y le preguntó que le ocurría. Cuando se enteró de lo ocurrido, le dijo:

-¡ Pues quédate tranquila hermana hasta que vuelvas a tener la forma en que estabas, entonces de seguro podrás salir fácilmente sin problema!

Con paciencia se resuelven muchas dificultades.

La zorra y el espino

Una zorra saltaba sobre unos montículos, y estuvo de pronto a punto de caerse. Y para evitar la caída, se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron las patas, y sintiendo el dolor que ellas le producían, le dijo:

– ¡ Acudí a ti por tu ayuda, y más bien me has herido. !

A lo que respondió el espino:

– ¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción!

Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer el daño.

La zorra y el leñador.

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.
Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.
Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió silenciosa, sin decirle nada al leñador.

Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:
-Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.

La zorra y los racimos de uvas.

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, saltando, quiso atraparlos con su boca.

Mas no pudiendo alcanzarlos, a pesar de sus esfuerzos, se alejó diciéndose:

-¡Ni me agradan, están tan verdes!

Nunca responsabilices a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.

La zorra y el perro.

Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho a un pequeño corderillo, fingió acariciarle.
Llegó un perro de los que cuidaban el rebaño y le preguntó:

  • ¿Qué estás haciendo?
  • Le acaricio y juego con él — contestó con cara de inocencia.
  • ¡ Pues suéltalo enseguida, si no quieres conocer mis mejores caricias!

Tu fama y tus actos te preceden.

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